CUALIDADES Y POTENCIALIDADES DEL SER HUMANO
1.
CONCEPCIÓN BÍBLICA DEL HOMBRE
La Escritura no posee una
antropología elaborada. No pretende en
modo alguno hacer ciencia sobre el
hombre o sobre Dios. Es más bien el testimonio histórico de la relaciones de los hombres con Dios. Sin embargo, en
medio de esa historia de búsqueda afanosa de lo divino, se nos muestra
diferentes rasgos antropológicos que
queremos remarcar. Evidentemente que el enfoque central desde el que mira la
Biblia, es el religioso. Si la definición del hombre por la filosofía era: animal racional, la de
la Biblia es Imagen de Dios. Pero ligadas a esa característica fundamental del
hombre aparecen otras que son también de interés para el hombre actual.
En primer lugar, hemos de señalar que en la concepción bíblica nos
encontramos con una imagen unitaria del
hombre. No se ha desarrollado el dualismo
que separa lo semántico de los psíquico, el cuerpo del alma. Más bien se
concibe al hombre como una unidad. Alma,
carne, corazón, espíritu no significa partes componentes del hombre, sino
aspectos diversos de la única realidad. El A.T.
no utiliza la palabra cuerpo, sino carne . Y su significación es la del hombre entero, en su dimensión caduca
y contingente, expuesta a la muerte, como las hierbas del campo. Expresa
también la condición de la humanidad
entera, unida en una suerte común. Más que principio de individuación que separa de los demás en la trama
común que une a todos. Por eso se habla
con frecuencia de “toda carne” para
expresar el conjunto de la humanidad. La unión que se realiza en la sexualidad
llega a la formación de una sola carne
(Gén. 2,24). De esta manera el ser la carne el hombre mismo en su contingencia,
no sufre este proceso de desestimación corriente en otras culturas. La carne es
siempre objeto de estima, como don que proviene de Dios. Y de hecho, se nos
presenta muchas veces la carne como sujeto de actos
espirituales de amor, conocimiento y
deseo de Dios.
De la misma manera el alma deja de ser
un componente del cuerpo, para ser el
hombre mismo, para ser el hombre mismo, bajo un nuevo aspecto, el de ser
viviente y activo. No es pues, extraño
que en algunos casos sean prácticamente
equivalentes carne y alma. En un principio el alma era la garganta
de la que brota la respiración
propia de los vivientes. Frecuentemente se la relaciona con la sangre,
donde se piensa hallar el principio de
la vida. De ahí que en nuestros textos, el alma venga a significar la vida misma, en contraposición a las
propiedades o cosas. Y sus actos son a la vez vitales y espirituales. El alma significa en muchos
pasajes lo que en nuestro moderno idioma
designamos como el YO.
En la concepción bíblica y cristiana el alma humana empieza a existir para unirse al cuerpo y sobrevive al cuerpo
muerto sin perder su relación con él.. Y
siempre conserva una exigencia
natural para “reincorporarse” y
reintegrar su ser personal, lo que ocurre en la resurrección.
2. EL
HOMBRE
Realidad
corporal… y más
-
Desde
su aparición sobre la tierra, el hombre no se distingue prácticamente de la
creación que lo ha presidido, ni por su cuerpo, ni por sus músculos, ni por su
cuerpo erguido, ni por su cerebro voluminoso.
-
La
originalidad del hombre no proviene de
su cuerpo sino de su espíritu y del universo nuevo que va a abrirse con él.: el
universo del pensamiento. El pensamiento se evade de las fronteras del cuerpo, comprende lo que
no se ve, lo que no se toca, lo que no se pesa.
-
El
hombre está en la frontera del cuerpo y del espíritu o más exactamente, él
mismo es esa frontera. El hombre es consciente de sí mismo; capaz de descubrir
los secretos y las maravillas de la Creación, apoderarse de la naturaleza con
la fuerza misteriosa de su inteligencia.
-
El
hombre por la potencia de su espíritu,
que es luminosidad del conocer, energía de voluntad
para realizar, y libertad para escoger su camino, es capaz de progreso y
avance, y de hecho ha creado culturas y civilizaciones.
Abierto
a lo bello
-
La
mente del hombre es capaz de captar la belleza, sentirla de modo impresionante
y volverla expresar en moldes humanos. La literatura, el arte, el cine,
son mundos subyugantes creados por la
imaginación humana que nunca cesa de
crear y entrelazar en un mundo práctico las imágenes y los sueños de su mundo
interior.
Al
amor
-
La
experiencia más honda del espíritu humano es el amor. Esa fuerza misteriosa que
brota de la raíz misma del ser y lo
lleva a unirse vital y afectivamente con otro o con otros… El hombre no es un
ser solitarios. Es un ser esencialmente social que se realiza precisamente en el encuentro con otro.
Con
sed de perseverancia,
-
Es
la muerte, la que pone al hombre ante la
pregunta última sobre sí mismo, que es la pregunta sobre su futuro. Si el
hombre vive, en cuanto aspira y
proyecta, ¿qué sentido tiene una vida que inevitablemente ha de acabar
en el naufragio de sus aspiraciones
y proyectos? Precisamente en este
hundirse definitivo de la existencia del
hombre en el mundo, la muerte revela el núcleo íntimo del ser humano como
anhelo irreprimible de pervivir, la
aspiración a ser siempre él mismo, a perdurar. La nada, como etapa final de la
existencia privaría totalmente de sentido a la existencia misma. Es por eso que
la muerte pone al descubierto el más
hondo nivel de su espíritu, en el que
anida su incontenible deseo de
existir sin límite. El hombre es inmortal,
no solo por su naturaleza, sino que tiende
a la inmortalidad, desde las profundidades de su ser.
Dueño de su destino
-
El
hombre es un ser que no está hecho sino que va
haciendo a sí mismo en el desarrollo de su vida. Y es capaz de
imprimirle un sentido y orientarla desde dentro.
-
Ese
es el mismo de la libertad que hace a cada hombre una persona irrepetible,
responsable de su propio destino. Es la libertad la que hace al hombre un ser moral, capaz de obrar rectamente o
injustamente.
-
A
diferencia de las otras criaturas, el hombre es capaz de rechazar el amor de
Dios y escoger el mal y el desorden que se deriva de ese rechazo. Toda la vida
humana se presenta como lucha dramática entre el bien y el mal. Pero, a
diferencia de los animales, el hombre se siente responsable del mal que hace, y
se arrepiente.
Proyectada
al absoluto
-
Por
otra parte, hay en el hombre una tendencia irresistible, una sed de absoluto y
de plenitud, un anhelo de totalidad que se expresa en su deseo y búsqueda de la
verdad, la belleza, el bien absoluto.
-
Es
la dimensión religiosa del hombre, que lo caracteriza como un ser en apertura
al infinito.
3.
DIMENSIÓN RELIGIOSA DEL HOMBRE
La
presencia de Dios es el corazón
Se ha designado a esta dimensión como la presencia de Dios en el corazón. A veces se da una imagen pobre de Dios
como si fuera un Señor que desde
el exterior nos da órdenes o mandatos. Pero la realidad es que Dios
está en lo más profundo del ser humano y se le manifiesta al hombre como
la apertura hacia lo infinito, que le arrastra incesantemente hacia la
superación constante, hacia la universalización total.
Dios no es algo alejado de la vida
real de los hombres. Dios está dentro de todos ellos y es Él quien puede anunciarlos en la meta definitiva. Es
Dios el que agrada con su presencia la estrechez del corazón humano y lo lanza
al amor universal.
La
venida de Dios al hombre
Pero la presencia de Dios en el hombre no hay que entenderla como se manifiesta a partir del hombre. Es la
venida continua y personal de Dios que nos sale al encuentro y nos invita al
amor. Como la realización del hombre no es solitaria, sino en el encuentro con
otra persona, así el encuentro del hombre
con su destino se realiza en el encuentro personal de Dios que le sale
al paso y lo transforma con su presencia creadora.
En el encuentro con ese Tú universal
es donde el hombre se descubre y se recrea. Un encuentro que no es la mera creación de Dios que llama sin cesar a todos los seres a perseverar en su realidad, sino la
comunicación viva y personal de ese Dios
que hace al hombre semejante a Dios
mismo.
Esta nueva dimensión es la que el
Evangelio designa como gracia o don. Es decir, el don misterioso que es Dios mismo
comunicado al hombre, para divinizarlo y
llenarlo de su fuerza amorosa que da la
verdadera vida. Se trata de la más profunda y enriquecedora de todas las
dimensiones humanas.
Esta nueva dimensión es la que el
Evangelio designa como gracia o don. Es decir una relación íntima con Dios, sino que tiene sus
consecuencias dinámicas en toda la
existencia. Pues es en ese contacto con el Creador y con el Destino del hombre
donde este llega a la plenitud con la que puede actuar y dinamizar el mundo. Es
eses encuentro el que vivifica el encuentro de los hombres entre sí y la
búsqueda del pleno ideal del amor, de la paz y la justicia a dimensión
universal.
,
Es individual.
Fernando Bastos en su
enciclopedia sobre la Doctrina Social de la Iglesia
dice al respecto; Persona Humana: del latín persona. Es el individuo de
naturaleza racional, portador de potencialidades que se desarrollan a través de
la vida, en el seno de la familia
y de la comunidad.
Como individuo, la persona humana presenta dos características fundamentales:
l) Es distinta de todos los
otros miembros de la especie humana, es decir, aunque participe de la misma
naturaleza, constituye una totalidad en sí.
2) Es una unidad, que no puede
dividirse sin perecer. Se compone de alma y cuerpo, espíritu y materia,
que en ella forman una unidad sustancial, cuya ruptura es la muerte.
Es social.
La persona es
constitutivamente un ser social, porque así la ha querido Dios que la ha
creado. La naturaleza del hombre se manifiesta, en efecto, como naturaleza
de un ser que responde a sus propias necesidades sobre la base de una
subjetividad relacional, es decir, como un ser libre y responsable, que
reconoce la necesidad de integrarse y de colaborar con sus semejantes y que es capaz
de comunión con ellos en el orden del conocimiento y del amor: « Una
sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un
principio de unidad que supera a cada una de ellas. Asamblea a la vez visible y
espiritual, una sociedad perdura en el tiempo: recoge el pasado y prepara el
porvenir ».
El hombre como un ser
consciente, racional, libre, y social, sólo en la compañía de sus semejantes
encuentra las condiciones necesarias para el desarrollo
de su conciencia,
racionalidad y libertad, características que lo distinguen de los otros animales.
Y precisamente por ser consciente, racional y libre, el hombre posee derechos
inalienables y deberes morales, mientras el animal sólo tiene instintos y
hábitos. De ese conjunto de condiciones que caracterizan a la persona humana:
ser consciente, racional y libre, y por lo tanto social, sujeto de derechos y
deberes, resulta la misma dignidad absoluta y la misma igualdad esencial para
todos los hombres, independientemente de su color,
situación socioeconómica, religión o cultura.
BIBLIOGRAFIA
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de editores del catecismo.
2.
Bastos,
Eduardo
3.
Concilio
Vaticano II.
4.
Ediciones
Paulina
5.
Fernández,
Aurelio
6.
Gaspar
Castaño, Javier
7.
Idígoras,
J.L.
8.
V
Conferencia Episcopal
9.
Pronafcap
UNCP. 2009
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Catecismo de la Iglesia católica.
Madrid –España 1993
Nuevas perspectivas cristianas del
mundo. Editorial Bruño. Lima -Perú
14º Edición. España 1986.
Biblia Latinoamericana XXI edición
Moral Católica. Madrid.2000
Religión Católica. Madrid. 1995
Vocabulario Teológico desde nuestra
realidad. Centro de Proyección cristiana. 1983
Aparecida. Ediciones Paulinas
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