jueves, 10 de septiembre de 2015

LA FE Y LA RAZON




“MAESTROS DISCÍPULOS MISIONEROS:
POR UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD CON IDENTIDAD”




LA FE Y LA RAZÓN











La fe y la razón son como las 2 alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo.
Esta frase es como la síntesis de las cuestiones tratadas en la encíclica. Aunque existan diversidad de cultura, idioma, raza, todos coincidimos en un continuo buscar de la verdad, pues todo hombre desea saber, y busca la verdad, el hombre es definido como aquel que busca la verdad. La fe y, la razón no se contradicen, la razón se perfecciona por el conocimiento de la fe, porque la razón sola no puede llegar al conocimiento de Dios, sin embargo ninguna filosofía puede abarcar toda la verdad con referencia al sentido último, pues, tampoco, la filosofía puede prescindir del conocimiento teológico, porque si es así el hombre no podrá responder a las preguntas fundamentales sobre su existencia.

la verdad contenida en la revelación debe ser comprendida a la luz de la razón , mas no refutada ni contraria ,pues La Sagrada Escritura nos presenta con sorprendente claridad el vínculo tan profundo que hay entre el conocimiento de la fe y de la razón. El mundo y cuanto hay en él es analizado desde el punto de vista de la razón, la fe no interviene para menospreciar la autonomía de la razón sino para hacer comprender al hombre que el Dios de Israel se hace visible y actúa en estos acontecimientos, pero El hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, sí con ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. Israel en la revelación de Dios ha podido sondear en profundidad lo que la razón pretendía alcanzar sin lograrlo, a partir de aquí el pueblo ha entendido que la razón debe respetar algunas reglas de fondo para expresar mejor su naturaleza. La razón es valorada pero no sobrevalorado lo que ella puede alcanzar puede ser verdadero pero es más amplio en el horizonte de la fe. La fe libera a la razón en cuanto que le permite coherentemente su objeto de conocimiento y colocarlo en el orden supremo.
Para el autor sagrado el esfuerzo de la búsqueda no estaba exento de la dificultad que supone enfrentarse con los límites de la razón, la fuerza para continuar su camino le viene de la certeza de que Dios lo ha creado como un explorador. Afirma San Pablo que la razón tenía al capacidad de superar fácilmente el dato sensible para alcanzar el origen mismo de todo el creador debido a su desobediencia quedo mermada este acceso a Dios creador. Pero También en el libro del Génesis nos narra, que el hombre no era capaz de discernir y decidir por sí mismo lo que era bueno y lo que era malo, sino que debía apelarse a un principio superior; la ceguera del orgullo hizo creer a nuestros primeros padres que eran soberanos y autónomos, y que podían prescindir del conocimiento que deriva de Dios. pero La venida de Cristo ha sido un acontecimiento de salvación que ha redimido la razón de su debilidad, librándola de los cepos que ella misma se había encadenado, la profundidad de la sabiduría revelada rompe nuestros esquemas habituales de reflexión , que no son capaces de expresarla de manera adecuada. El comienzo de la primera carta a los corintios presenta que el hijo de Dios crucificado es un acontecimiento histórico contra el cual se estrella todo intento de la mente de construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia, el verdadero punto central que desafía toda filosofía es la muerte de Jesús en la Cruz. La sabiduría del hombre rehúsa en la propia debilidad el presupuesto de la su fuerza. El hombre no logra comprender cómo la muerte pueda ser fuente de vida y de amor, pero Dios ha elegido para revelar el misterio de su designio de salvación precisamente lo que la razón considera locura y escándalo. La sabiduría de la Cruz supera todo límite cultural que se quiera imponer y obliga a abrirse a la universalidad de la verdad, la filosofía que por sí misma es capaz de reconocer el incesante transcendente del hombre hacia la verdad, ayudada por la fe puede abrirse a acoger en la locura de la Cruz la auténtica crítica de los que creen poseer la verdad, aprisionándola en los recovecos de su sistema.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilJpz1lG6V-6RZVt9GoDgIIoU62odvY10gTw0d8ya4IO9-fRSXDyryWPWI8mB2VoJbMU0-Y04JC2wd2bcbJnwd41XiwpQu09pLfI_JAmPbVUb3EkE1-il2NVl34hHG0RId159SDkYvtz6h/s320/JuanPabloII01.jpgDe diversos modos y
San Pablo, afirma San Lucas en los hechos de los Apóstoles, cuando llego a Atenas la cual estaba representada por muchas estatuas, le llamó la atención un altar y aprovechó enseguida la oportunidad para ofrecer una base común sobre la cual iniciar el anuncio del kerigma. El Apóstol pone de relieve una verdad que la Iglesia ha conservado siempre: en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
En diversos tiempos el hombre ha demostrado que sabe expresar este deseo íntimo. El hombre es el único ser en toda la creación visible que no sólo es capaz de saber, sino que sabe también que sabe por eso se interesa por la verdad real de lo que se le presenta. Nadie puede permanecer sinceramente indiferente a la verdad de su saber. En el propio obrar ético la persona actuando según su libre y recto querer, toma el camino de la felicidad y tiende a la perfección. Pues, es necesario que los valores elegidos y que se persiguen con la propia vida sean verdaderos pueden perfeccionar a la persona realizando su naturaleza. La verdad se presenta inicialmente como una interrogante, la experiencia diaria del sufrimiento propio o ajeno al vista de tantos hechos que a la luz de la razón parecen inexplicables, son suficientes para hacer ineludible una pregunta tan dramática como la pregunta sobre el sentido. La primera verdad absolutamente cierta de nuestra existencia es lo inevitable de nuestra muerte. Los filósofos a lo largo de todos los siglos han tratado de descubrir y expresar esta verdad. Es necesario reconocer que no siempre la verdad se presenta con esa trasparencia ni de manera consecuente, los límites de la razón y la inconstancia del corazón oscurecen a menudo y desvían la búsqueda personal.  La sed de verdad está tan radicada en el corazón del hombre que tener que prescindir de ella comprometería la existencia, es suficiente observar en la vida cotidiana como cada uno de nosotros lleva en sí mismo la urgencia de algunas preguntas esenciales y a la vez abriga en su interior al menos un atisbo de las correspondientes respuestas. Cada hombre es en cierto modo filósofo y posee concepciones filosóficas propias con los cuales orienta su vida, con esta luz interpreta sus vicisitudes personales y regula su comportamiento. La maduración de estas verdades implica que estas mismas verdades puedan ser puestas en duda y discutidas por medio de la peculiar actividad crítica del pensamiento. Cada uno al creer confía en los conocimientos adquiridos por otras personas, esta creencia resulta con frecuencia más rica desde un punto de vista humano que la simple evidencia. Ahora bien la perfección del hombre no está en la mera adquisición de conocimientos abstractos, sino que consiste también en una relación viva de entrega y fidelidad hacia el otro. El hombre busca la verdad, pero esta búsqueda no está destinada sólo a la conquista de verdades parciales, factuales o científicas; no busca sólo el verdadero bien para cada una de sus decisiones, su búsqueda tiende hacia una verdad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida. No se ha de olvidar que la filosofía necesita del diálogo confiado de amistad sincera, el clima de sospecha y de desconfianza, olvida la enseñanza de los filósofos antiguos, quienes consideran la amistad como uno de los contextos más adecuados para el buen filosofar.


La fe cristiana ayuda superando el estadio de la simple creencia la fe cristina coloca al hombre en ese orden de gracia que le permite participar en el misterio de Cristo uno y Trino. Por eso la unidad de la verdad natural y revelada tiene su identificación viva y personal en Cristo como nos recuerda el Apóstol “Habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús” (Ef. 4,21) sin la aportación de la filosofía , la teología no podría mostrar lo que quiere comunicar , la fe con una razón débil cae el riesgo de ser reducida a mito o superstición , pues la iglesia al hacer uso de determinadas filosofías no menoscaba la importancia de otras muchas filosofías .en la actualidad uno de los problemas más arraigados es la crisis de sentido , para esto la filosofía debe encontrar su posición con relación a la palabra de dios . Para así encontrar la verdad y el sentido global de la vida. ¨lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad.

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