EL SI DE MARIA - (Lc. 1, 26-39).
El
“Sí” de María
Hace 2014 años, el Arcángel Gabriel -que significa
“Hombre de Dios”- fue enviado por Dios a Nazareth- que significa “ciudad
blanca”- a donde una doncella muy joven, quizás de unos 15 años, llamada María -
que significa Mar. Estrella, flor, sublime, amada por Dios.
Le dijo el ángel:
“Alégrate, llena de Gracia sobreabundante, el Señor es contigo”.
Gozo y alegría porque
viene anunciada la Buena Nueva y el nombre nuevo de María, es “Llena de
Gracia”, eso es, inmaculada, sin pecado, blanca, tanto para estar en armonía
con la blancura de su ciudad; purísima, inocente.
María es el nuevo trono
de Dios y de las gracias, la Madre de la Divina Gracia..
Frente a este saludo
divino, que es al mismo tiempo una misión, una vocación, y un Compromiso con
Dios, María siente un santo temor; es natural. Por eso el ángel le dice: “ No
temas María, porque has encontrado gracia, el favor de Dios: concebirás y darás
a luz un hijo.”
Al ser llamada por su
nombre, María se tranquiliza un poco.
“Concebirás” por obra
divina, por acción directa del Espíritu Santo, de una manera única y
sobrenatural. Es cosa de Dios, nadie debe intervenir, ni hoy , ni en el futuro.
“Al hijo le pondrás por nombre JESÚS, es decir “YAHVE SALVA”, o sea SALVADOR”.
El hecho que Jesús recibe el nombre de un ángel, demuestra que todo en El viene
de lo alto. El ángel pasa de sorpresa en sorpresa añadiendo: “ El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra”.
Claro
está que no se trata del espíritu profético, sino del Espíritu Divino, potencia
creadora, que crea la vida de este niño único, verdadero Dios y verdadero
hombre; se trata del Espíritu santo.
Se
trata de una Nueva Creación, del Nuevo Adán, del siervo de YAHVE, de aquel que
salvará toda la humanidad. Sólo Dios será su Padre y María, su Madre. Por eso
todos los que tienen a Dios por Padre, tendrán a María por Madre.
Siguió
a las palabras del ángel un instante de silencio en el Cielo y en la Tierra, el
silencio más importante de toda la historia. Dios mismo se silenció esperando
con trepidación la respuesta de una quinceañera, humilde y santa.
Y María pronunció su
“SI”, su “Hágase” con toda su alma, con todo su Ser, y lo hizo en nombre de
todos nosotros los Salvados, por su hijo , el “Salvador”.
El Sí de María.
El Sí de María es el Sí al plan de Dios sobre Ella. Es, también, el modelo del Sí que nosotros debemos pronunciar a Dios.
El Sí de María a la Santísima Trinidad.
María dice Sí a Dios Padre. El ángel le manifiesta la voluntad del Padre: “…concebirás en tu seno, darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús…el Espíritu Santo… el hijo engendrado será santo, será llamado hijo de Dios. Y María dice Sí, entregándose totalmente, sin condiciones: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc. 1, 26-39).
María dice Sí a Dios Hijo porque al aceptar la voluntad del Padre, está aceptando el ser Madre del Hijo. Está diciendo Sí a Jesucristo en la misión de ser la madre que lo alimenta, lo educa, lo ayuda, lo acompaña hasta la cruz.
María dice Sí a Dios Espíritu Santo: sí a la plenitud de gracia, consecuentemente, sí a la fidelidad en la virtud, sí a ser conducida por los dones del mismo Espíritu…
El
Sí de María a la Iglesia.
El Sí de María en la Anunciación, la convierte en Madre de Dios. Ello conlleva el Sí a la Iglesia porque al aceptar el ser Madre de la Cabeza del Cuerpo místico, está aceptando a ser Madre de todo el Cuerpo que es la Iglesia. María dice Sí a la Iglesia.
El Sí de María al pié de la cruz, aceptando el ser Madre de Juan
(Jo. 19, 25-28) y extensivamente de la Iglesia, confirma el Sí inicial en la
Encarnación del Verbo.
El Si de María a su vocación y misión como primera consagrada.
El Sí de María es prototipo del Sí que han de pronunciar los sacerdotes como “otros cristos”, el Sí de los consagrados inmediatamente entregados a Cristo, el Sí de los fieles cristianos como fermento del mundo.
Nuestro sí con María:
U Con María, decimos Sí al
plan de Dios, que nos quiere santificar y salvar.
U Con María, decimos Sí a Jesucristo en la
Iglesia y le abrimos las puertas de par en par para que entre en nosotros y nos
dé su gracia.
U Con María, decimos Sí al
Espíritu Santo que causa en nosotros el perdón de los pecados, la vida
sobrenatural y nos fortalece en el Bien.
EXCELENTE Y CONCISA INFORMACIÓN
ResponderEliminarel si de María fue un SI a lo que viniera, no se hizo atrás, aceptó valientemente un encargo muy difícil y arriesgado. Por eso, seamos valientes y no tengamos miedo, porque Dios está con nosotros.
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