“MAESTROS DISCÍPULOS MISIONEROS:
POR UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD CON IDENTIDAD”
LA FE Y LA RAZÓN
La fe y la razón son como las 2
alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la
verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad
y, en definitiva, de conocerle a él para que, conociéndolo y amándolo, pueda
alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo.
Esta frase es como la síntesis de
las cuestiones tratadas en la encíclica. Aunque existan diversidad de cultura,
idioma, raza, todos coincidimos en un continuo buscar de la verdad, pues todo
hombre desea saber, y busca la verdad, el hombre es definido como aquel que
busca la verdad. La fe y, la razón no se contradicen, la razón se perfecciona
por el conocimiento de la fe, porque la razón sola no puede llegar al
conocimiento de Dios, sin embargo ninguna filosofía puede abarcar toda la
verdad con referencia al sentido último, pues, tampoco, la filosofía puede
prescindir del conocimiento teológico, porque si es así el hombre no podrá
responder a las preguntas fundamentales sobre su existencia.
la verdad contenida en la revelación debe ser comprendida a la luz de la razón , mas no refutada ni contraria ,pues La Sagrada Escritura nos presenta con sorprendente claridad el vínculo tan profundo que hay entre el conocimiento de la fe y de la razón. El mundo y cuanto hay en él es analizado desde el punto de vista de la razón, la fe no interviene para menospreciar la autonomía de la razón sino para hacer comprender al hombre que el Dios de Israel se hace visible y actúa en estos acontecimientos, pero El hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, sí con ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. Israel en la revelación de Dios ha podido sondear en profundidad lo que la razón pretendía alcanzar sin lograrlo, a partir de aquí el pueblo ha entendido que la razón debe respetar algunas reglas de fondo para expresar mejor su naturaleza. La razón es valorada pero no sobrevalorado lo que ella puede alcanzar puede ser verdadero pero es más amplio en el horizonte de la fe. La fe libera a la razón en cuanto que le permite coherentemente su objeto de conocimiento y colocarlo en el orden supremo.
Para el autor sagrado el esfuerzo
de la búsqueda no estaba exento de la dificultad que supone enfrentarse con los
límites de la razón, la fuerza para continuar su camino le viene de la certeza
de que Dios lo ha creado como un explorador. Afirma San Pablo que la razón
tenía al capacidad de superar fácilmente el dato sensible para alcanzar el
origen mismo de todo el creador debido a su desobediencia quedo mermada este
acceso a Dios creador. Pero También en el libro del Génesis nos narra, que el
hombre no era capaz de discernir y decidir por sí mismo lo que era bueno y lo
que era malo, sino que debía apelarse a un principio superior; la ceguera del
orgullo hizo creer a nuestros primeros padres que eran soberanos y autónomos, y
que podían prescindir del conocimiento que deriva de Dios. pero La venida de
Cristo ha sido un acontecimiento de salvación que ha redimido la razón de su
debilidad, librándola de los cepos que ella misma se había encadenado, la
profundidad de la sabiduría revelada rompe nuestros esquemas habituales de
reflexión , que no son capaces de expresarla de manera adecuada. El comienzo de
la primera carta a los corintios presenta que el hijo de Dios crucificado es un
acontecimiento histórico contra el cual se estrella todo intento de la mente de
construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente
del sentido de la existencia, el verdadero punto central que desafía toda
filosofía es la muerte de Jesús en la Cruz. La sabiduría del hombre rehúsa en
la propia debilidad el presupuesto de la su fuerza. El hombre no logra
comprender cómo la muerte pueda ser fuente de vida y de amor, pero Dios ha
elegido para revelar el misterio de su designio de salvación precisamente lo
que la razón considera locura y escándalo. La sabiduría de la Cruz supera todo
límite cultural que se quiera imponer y obliga a abrirse a la universalidad de
la verdad, la filosofía que por sí misma es capaz de reconocer el incesante transcendente
del hombre hacia la verdad, ayudada por la fe puede abrirse a acoger en la
locura de la Cruz la auténtica crítica de los que creen poseer la verdad,
aprisionándola en los recovecos de su sistema.
De
diversos modos y
San Pablo, afirma San Lucas en los hechos de los Apóstoles, cuando llego a Atenas la cual estaba representada por muchas estatuas, le llamó la atención un altar y aprovechó enseguida la oportunidad para ofrecer una base común sobre la cual iniciar el anuncio del kerigma. El Apóstol pone de relieve una verdad que la Iglesia ha conservado siempre: en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
San Pablo, afirma San Lucas en los hechos de los Apóstoles, cuando llego a Atenas la cual estaba representada por muchas estatuas, le llamó la atención un altar y aprovechó enseguida la oportunidad para ofrecer una base común sobre la cual iniciar el anuncio del kerigma. El Apóstol pone de relieve una verdad que la Iglesia ha conservado siempre: en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
En diversos tiempos el hombre ha
demostrado que sabe expresar este deseo íntimo. El hombre es el único ser en toda
la creación visible que no sólo es capaz de saber, sino que sabe también que
sabe por eso se interesa por la verdad real de lo que se le presenta. Nadie
puede permanecer sinceramente indiferente a la verdad de su saber. En el propio
obrar ético la persona actuando según su libre y recto querer, toma el camino
de la felicidad y tiende a la perfección. Pues, es necesario que los valores
elegidos y que se persiguen con la propia vida sean verdaderos pueden
perfeccionar a la persona realizando su naturaleza. La verdad se presenta
inicialmente como una interrogante, la experiencia diaria del sufrimiento
propio o ajeno al vista de tantos hechos que a la luz de la razón parecen
inexplicables, son suficientes para hacer ineludible una pregunta tan dramática
como la pregunta sobre el sentido. La primera verdad absolutamente cierta de
nuestra existencia es lo inevitable de nuestra muerte. Los filósofos a lo largo
de todos los siglos han tratado de descubrir y expresar esta verdad. Es
necesario reconocer que no siempre la verdad se presenta con esa trasparencia
ni de manera consecuente, los límites de la razón y la inconstancia del corazón
oscurecen a menudo y desvían la búsqueda personal. La sed de
verdad está tan radicada en el corazón del hombre que tener que prescindir de
ella comprometería la existencia, es suficiente observar en la vida cotidiana
como cada uno de nosotros lleva en sí mismo la urgencia de algunas preguntas
esenciales y a la vez abriga en su interior al menos un atisbo de las
correspondientes respuestas. Cada hombre es en cierto modo filósofo y posee
concepciones filosóficas propias con los cuales orienta su vida, con esta luz
interpreta sus vicisitudes personales y regula su comportamiento. La maduración
de estas verdades implica que estas mismas verdades puedan ser puestas en duda
y discutidas por medio de la peculiar actividad crítica del pensamiento. Cada
uno al creer confía en los conocimientos adquiridos por otras personas, esta
creencia resulta con frecuencia más rica desde un punto de vista humano que la
simple evidencia. Ahora bien la perfección del hombre no está en la mera
adquisición de conocimientos abstractos, sino que consiste también en una
relación viva de entrega y fidelidad hacia el otro. El hombre busca la verdad,
pero esta búsqueda no está destinada sólo a la conquista de verdades parciales,
factuales o científicas; no busca sólo el verdadero bien para cada una de sus
decisiones, su búsqueda tiende hacia una verdad ulterior que pueda explicar el
sentido de la vida. No se ha de olvidar que la filosofía necesita del diálogo
confiado de amistad sincera, el clima de sospecha y de desconfianza, olvida la
enseñanza de los filósofos antiguos, quienes consideran la amistad como uno de
los contextos más adecuados para el buen filosofar.
La fe cristiana ayuda superando el estadio de la simple creencia la fe cristina coloca al hombre en ese orden de gracia que le permite participar en el misterio de Cristo uno y Trino. Por eso la unidad de la verdad natural y revelada tiene su identificación viva y personal en Cristo como nos recuerda el Apóstol “Habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús” (Ef. 4,21) sin la aportación de la filosofía , la teología no podría mostrar lo que quiere comunicar , la fe con una razón débil cae el riesgo de ser reducida a mito o superstición , pues la iglesia al hacer uso de determinadas filosofías no menoscaba la importancia de otras muchas filosofías .en la actualidad uno de los problemas más arraigados es la crisis de sentido , para esto la filosofía debe encontrar su posición con relación a la palabra de dios . Para así encontrar la verdad y el sentido global de la vida. ¨lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad.
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