LOS
PROFETAS
Profeta: La
palabra profeta es griega y significa: “Hablar en nombre de...”. Por tanto, el
nombre profeta indica claramente la misión de estos hombres: el profeta es el
que habla en nombre de Yavhé; es su voz viva en medio del pueblo, para recordar
las promesas entre Dios y su pueblo, para enderezar y corregir. Por tanto,
tiene doble finalidad; ANUNCIAR Y DENUNCIAR.
En la
Biblia también los profetas son llamados como: guardianes del pueblo,
centinelas de Yavhé. Son hombres de
fuerte personalidad y espiritualidad, intermediarios, siervos de Yavhé. Son
hombres que, bajo el impulso de Dios, comprenden lo que está sucediendo y
transmiten al pueblo un continuo llamado a la conversión, y su misión es
discernir la voluntad de Dios sobre el presente del pueblo, para proyectarlo a
un futuro de esperanza y de salvación. Persona que es
capaz de predecir acontecimientos futuros (videncia), lo que comúnmente se
conoce como profecía. Persona que habla
por inspiración divina o en nombre de Dios. Es una figura clave en muchas
religiones puesto que su don proviene de su capacidad de hablar con Dios y ser
inspirado por Él.
PROFETAS MAYORES
a)
Isaías: Vivió en el siglo VIII
a.C. unos años antes del destierro. Es el profeta mesiánico, cuya palabra
golpea y consuela. Le tocó vivir la tiranía de Asiria que conquistó, primero,
el norte de Palestina, y luego, Jerusalén. Es un profeta de ciudad y
participaba activamente en los asuntos de la clase dirigente. Interviene
enérgicamente contra la corrupción de Judá y Jerusalén. El libro del profeta
Isaías ha sido escrito por varios profetas, discípulos de Isaías.
b) Jeremías: Vivió en el siglo VII a.C.
Profeta muy delicado, dotado de gran sensibilidad; tímido y emotivo. En el
pugnan la necesidad de paz y ternura con la dureza del mensaje que tiene que
anunciar, porque vivió momentos terribles para su pueblo: el período de la
humillación y del exilio. Dos yugos uncían al pueblo: Asiria y Egipto. ¿Cómo
sacudirse este yugo?
c) Ezequiel: Vivió en el siglo VII a.C.
Es el profeta del cautiverio, del exilio a Babilonia, a donde fue deportado. En
su libro, lleno de esperanza y de consejos, busca tener viva la fe del pueblo.
Pero es un profeta de personalidad compleja. Jerusalén estaba en poder de
Babilonia. Y fue aquí donde fue llamado por Dios para que llegara a ser
“bandera y centinela” para la “casa rebelde” de Israel (cap. 1, 2 y 3). Su
misión se desarrolla toda en el exilio, entre los desterrados. Es propenso al
abatimiento, a visiones raras, para nosotros. Pertenece a la casta sacerdotal o
levita. Impulsor del culto, los ritos y el anhelo de santidad.
d) Daniel: Vivió en el siglo VIII,
pero el libro se escribió alrededor del siglo II a.C., después del exilio. Es
de carácter totalmente distinto a los anteriores. La primera parte de su obra
consta de narraciones en el período de Babilonia; la segunda trata de visiones
en las que se presentan las grandes fuerzas impulsoras de la historia.
PROFETAS MENORES
1. Amós: es el profeta de la justicia
social. Era pastor nómada, apreciaba la naturaleza. Dios lo llama y lo envía al
Norte para profetizar. No fue muy aceptado, pero Amós defiende su vocación y su
misión profética, castigando con sus oráculos las injusticias y la explotación.
2. Oseas: es el profeta engañado por
su esposa, a la que, a pesar de su infidelidad, no dejó de amar. Su vocación
divina está vinculada con su triste experiencia matrimonial, descubriendo en
ello un significado profético y simbólico. Hombre muy sensible, que nos recuerda
a Jeremías. Es sumamente delicado y sensible al amor conyugal, al cariño hacia
los hijos y compasivo con los animales.
3. Miqueas: es el profeta del Juicio
de Dios y defensor de los oprimidos y explotados, imitando a Amós. En cada
palabra suya se adivina la profunda crisis social de su pueblo. Hombre de
campo. En un solo versículo (6, 8) resume toda la predicación de sus
contemporáneos: justicia (Amós), amor (Oseas), humildad. (Isaías).
4. Sofonías: “aquel que Yavhé ha
protegido”, predicó en Jerusalén, durante el reinado del inepto rey Josías. Nos
da a conocer el estado de Jerusalén antes de la reforma religiosa: sus
idolatrías, las costumbres extranjeras y paganas, el falso profetismo, las
violencias e injusticias. Nos hace conocer también los sentimientos de los
creyentes que aceptaron con entusiasmo y vivieron la reforma de Josías.
5. Nahúm: Sabemos poco de este
profeta. Nahúm, “aquel que Yavhé ha consolado”, predicó en Judá. El tema de su
predicación es la caída de la ciudad de Nínive. Sin embargo, esta ciudad es tal
vez el símbolo de todo pueblo o ciudad que se opone a los planes de Dios.
6. Habacuc: poco sabemos también de
este profeta. Predicó cuando Nabucodonosor, rey de los caldeos, con capital en
Babilonia, iniciaba su dominio sobre las naciones vecinas de Asia Menor y sobre
el pueblo de Israel. Es un profeta inserto en la problemática de su tiempo:
opresión, injusticias, atropellos.
7. Abdías: casi nada sabemos de este
profeta. Cooperó con su palabra en la misión de la restauración. Es llamado,
por lo mismo, profeta cultual, por su interés en establecer el culto a Yavhé,
retornando a la fidelidad a la ley del Deuteronomio.
8. Ageo: es el predicador de la
Gloria del nuevo templo restaurado. Aparece como un rígido fustigador del
pueblo, que se preocupa más en su interés y en sus cosas terrenas, que en el
culto y en el templo.
9. Zacarías: participó activamente en
la restauración del Pueblo de Dios y del templo.
10. Joel: No sabemos nada de la vida
de este profeta. Parece influenciado por los profetas Malaquías y Abdías.
11. Malaquías: significa “mi mensajero”.
Le tocó vivir una época de gran escepticismo, pues no se habían cumplido las
esperanzas suscitadas por Ageo y Zacarías para la reconstrucción del templo. El
desánimo se había apoderado del pueblo y renacían los antiguos pecados en el
culto y en la vida. La reacción de Malaquías es vigorosa.
12. Jonás: un desconocido profeta del
post-exilio escribe su vocación y el mensaje que debe anunciar: Jonás tendrá
que ir a Nínive, la gran ciudad y predicar contra ella, su destrucción a los 40
días.
13. Baruc: en hebreo significa
“bendito”. Era el nombre del secretario de Jeremías, en cuyo libro es
manifiesto el interés por los exiliados. Algunas veces Baruc leyó personalmente
en público un presunto libro de Jeremías. No es, pues, extraño que su nombre
encabece este libro que presenta a la comunidad de los desterrados en Babilonia
con los ojos puestos en Jerusalén.
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