domingo, 13 de septiembre de 2015

MISERICORDIA DE DIOS

LA MISERICORDIA DE DIOS (EL HIJO PRÓDIGO)

La palabra misericordia tiene su origen en dos palabras del latín: miserere, que significa tener compasión, que significa corazón. Ser misericordioso es tener un corazón compasivo. La misericordia, junto con el gozo y la paz, son efectos del perdón; es decir, del amor.
-  Un palpable ejemplo de este tipo de amor misericordioso es el de Dios que siempre está dispuesto a cancelar toda deuda, a olvidar a renovar. Para educarnos en el perdón debemos constantemente recordarlo.
Para el cristianismo, la misericordia es un atributo divino entendido como sinónimo de consideración, amabilidad y perdón, que los fieles piden a Dios para que éste tenga piedad por sus pecados y sus desobediencias. Se trata de un término profundamente ligado a los preceptos cristianos, presente tanto en numerosos pasajes de la Biblia y en canciones litúrgicas, como en nombres de monumentos y catedrales.
àDe acuerdo a las palabras de Jesús, el hombre debe ser misericordioso con quienes lo rodean si espera ser tratado del mismo modo. Algunos conceptos que expresan ideas opuestas son el rencor, la venganza y el desprecio, entre otras actitudes y sentimientos considerados negativos.
Es importante señalar que la misericordia puede expresarse de diversas formas, sea por medios materiales como  espirituales; en otras palabras, ofrecer alimento, techo o ropa a los necesitados es una obra de misericordia, tanto como lo es enseñar a quienes no tengan acceso a la educación escolarizada, consolar a una persona afligida o perdonar las equivocaciones ajenas. Otras acciones que responden a esta actitud, aunque quizás menos evidentes, son los rezos y el entierro de los fallecidos.

EXPLICACIÓN
La parábola del Hijo pródigo es conocida aun por los no cristianos. En todas las casas se oyen expresiones como: “El hijo pródigo”; “el becerro grueso”. Esta parábola es la historia corta más maravillosa. Esta parábola fue contada por el Señor como una contestación a las murmuraciones de los fariseos y escribas, quienes criticaban al Señor por recibir y comer con los pecadores. Los fariseos y escribas pensaban que eran perfectos, y veían como inferiores a los pecadores como los publicanos; ellos pensaban que el Mesías no podría convivir con los pecadores. Pero como dijo el Señor, él vino a sanar a los enfermos, y cuando esto sucede hay gozo en el cielo. 
U  Nuestro Salvador comenzó esta historia diciendo: “Un hombre tenía dos hijos”. Esta es una poderosa manera de llamar la atención, es como decir: había una vez; es irresistible. 
U  El hijo menor pidió a su padre la parte de la hacienda que le correspondía. Esto es algo despiadado pues es como si aquel hijo le dijera a su padre que lo daba por muerto. Aun así el padre les repartió la hacienda. 
U  Unos días después cuando el hijo menor lo juntó todo, partió. Esto nos enseña que aquel hijo era perverso, pues vendió todo, para poder llevar efectivo; y sin duda que vendió a precio muy bajo. Esta era una afrenta muy grande al padre, pues la hacienda que había costado ganarla, que era el legado tal vez de varias generaciones estaba siendo derrochada por el hijo menor. 
U  El hijo de menor se fue a una provincia apartada. Sin lugar a dudas este joven se fue a una ciudad gentil, lejos de Israel. Esto nos demuestra que el hijo menor no quería saber nada de su pueblo, ni de su Dios. Quizá este joven buscó un lugar donde no había sinagoga, donde no tendría ninguna responsabilidad espiritual; era un hijo malo. 
U  En aquella provincia el hijo menor desperdició su hacienda viviendo perdidamente. Sin duda este hijo vivió sumido en el alcohol, en lujos, con mujeres, buena comida, ropa. Por esto a este hijo se le llama pródigo; pues fue un derrochador de lo que su padre le dio. 
U  Providencialmente cuando el hijo menor lo había malgastado todo, vino un hambre en aquella provincia. La escasez siempre ha invadido a los pueblos; esta vez le tocó al hijo pródigo. 
U  La condición de aquel joven era tan terrible que buscó trabajo. Este joven se allegó a Un ciudadano, quien le envió a su hacienda para apacentar puercos.
El hambre era tan fuerte que el hijo menor deseaba comer las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Las algarrobas son vainas sin ningún valor nutricional; si un hombre las come le pueden hacer daño. 
U  Entonces el hijo menor volvió en sí, y dijo: Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre. “Me levantaré, e iré a mi padre y le diré: Padre he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”. Y levantándose vino a su padre. 

Aquí vemos al hijo menor arrepentido. Arrepentimiento significa cambio. Este joven reconoció su pecado, lo confesó y se apartó de el para volver a su padre. El regreso era muy difícil: sin dinero, lejos, sucio, en harapos. Pero estaba decidido a volver. 

U  El hijo menor representa a los pecadores. Todos somos como el hijo menor. Hemos derrochado las bendiciones de Dios, hemos vivido lejos de Dios, hemos caído en una condición de muerte. Hemos sido muy malos, dignos de muerte. Pero como aquel hijo podemos volver al Padre. Hoy reciba a Cristo como su Salvador y emprenderá el viaje de regreso al Padre. Esta decisión no es fácil, pero vale el esfuerzo, pues Dios es un Padre amoroso que nos espera con los brazos abiertos.

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